Para garantizar que una gallina ponedora sea productiva es fundamental establecer y mantener el esqueleto fuerte y en perfecto estado, en especial factores relevantes como el hueso.
Un problema que afecta a todos los productores de huevos del mundo, con gallinas ponedoras de alto rendimiento, es la presencia de huesos frágiles, delgados y blandos.
Entender la biología del esqueleto y el impacto de la dieta en el mismo es fundamental. Hay tres tipos de huesos diferentes:
Hueso Cortical: superficie externa dura de los huesos redondos, tales como el fémur, o el húmero y de los huesos planos, tales como el cráneo o la pelvis.
Hueso Trabecular o esponjoso: es menos denso que el hueso cortical y ayuda a mantener la estructura interior del hueso cortical.
Hueso Medular: tejido especializado que sirve como una reserva de calcio para la demanda de la formación de la cáscara del huevo. El hueso medular crea y reabsorbe el calcio fácilmente por lo que es ideal como la primera fuente para movilizar el calcio cuando se requiere más calcio.
El crecimiento del hueso y la resorción están controladas y reguladas por algunas células y muchas hormonas diferentes. En aves sanas y bien alimentadas las células y las hormonas trabajan juntas para mantener la estructura ósea y los niveles de calcio en la sangre necesarios para una producción óptima de huevos.
La mineralización de la cáscara de huevo de gallina es el proceso de calcificación más rápido conocido en la naturaleza.
La cáscara del huevo se forma en el útero o glándula cascarógena mediante la deposición de carbonato de calcio. La formación de la cáscara dura aproximadamente unas 20 horas.
La calcificación se produce en el útero cuando el huevo está bañado en fluido uterino, donde se encuentran el calcio y los bicarbonatos en concentraciones tan elevadas (medio hipersaturado) que el calcio precipita.
La interrupción del proceso de calcificación sucede durante las 2-4 horas anteriores a la expulsión del huevo.
Whitehead reportó que el hueso de la gallina comienza a debilitarse a partir del momento en que se producen 200 huevos, lo que corresponde a 50-52 semanas de vida.
6-12 semanas
La mayor tasa de crecimiento del esqueleto ocurre entre las 6 y las 12 semanas de edad. Durante este período de tiempo, las pollitas ponedoras ganan un promedio de 90 a 110 gramos de peso corporal por semana
A las 12 semanas de edad, ya se ha desarrollado el 95% del esqueleto y una vez que las placas de crecimiento óseo se cierran cerca de la madurez sexual el hueso ya no puede seguir creciendo
A partir de las 13 semanas
A las 13 semanas de edad las aves han alcanzado aproximadamente el 95% de su tamaño adulto, pero solamente el 75% de su peso maduro.
En las siguientes 6 semanas el músculo, el hueso medular y el tracto reproductivo constituirán la mayor parte del aumento de peso.
32 semanas
Las aves ponedoras continuarán añadiendo músculo y masa de hueso y aumentarán en peso hasta aproximadamente las 32 semanas cuando alcanzan en su totalidad su peso corporal maduro.
Un lote de aves que experimenta altos niveles de estrés durante los períodos de crecimiento rápido tiene más probabilidades de tener mala uniformidad que puede afectar el pico de producción.
Cuando la gallina comienza a poner, ya su esqueleto debe estar completo a lo largo y a lo ancho. El esqueleto de la gallina está influenciado por el nivel de producción de huevo, la formulación de la dieta en relación con el consumo y el estado de una enfermedad.
Una ponedora bien desarrollada generalmente no experimenta problemas con el esqueleto hasta después del pico de producción, aún con dietas con deficiencias leves a moderadas.
Generalmente, las deficiencias nutricionales suelen ser la primera causa de la disminución de la integridad del esqueleto de la gallina dando lugar a problemas en la calidad de la cáscara del huevo.
Asimismo, enfermedades relacionadas con el sistema digestivo o bien respiratorias también pueden dar lugar a alteraciones en la calidad de la cáscara del huevo.
Por ende, un lote de gallinas ponedoras de alto rendimiento con problemas en su estructura ósea normalmente muestra una disminución en la producción, una mala calidad en la cáscara del huevo, y presentación de quillas torcidas o fracturas.
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